El entrenamiento personal ofrece beneficios integrales para la salud física y mental. Con un enfoque estructurado y personalizado, no solo se fortalece el cuerpo, sino que también se reduce el estrés y mejora el estado de ánimo.
Beneficios psicológicos del entrenamiento
Diferentes estudios defienden que la práctica regular de actividad física produce beneficios tanto físicos como psicológicos en los participantes. La evidencia científica respalda que la actividad física no solo mejora la condición física y los parámetros corporales relacionados con la salud, sino que también tiene un impacto profundo en el bienestar mental. Según varias investigaciones, los grupos de mujeres que asisten al gimnasio o que realizan algún tipo de actividad física regular presentan niveles significativamente más bajos de ansiedad y depresión.
La actividad física actúa como un importante modulador del estado de ánimo y el bienestar emocional. El ejercicio libera endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, que ayudan a mejorar el humor y a reducir la percepción del dolor. Además, promueve la liberación de serotonina y dopamina, neurotransmisores asociados con la sensación de bienestar y la regulación del estado de ánimo. Por lo tanto, la integración del ejercicio en la rutina diaria puede ser una estrategia efectiva para la gestión del estrés y la mejora de la salud mental general.
Ejercicio físico y salud
Los estudios muestran que los niveles de salud mental son mejores cuando se realiza ejercicio en niveles altos o moderados. Según Rodríguez-Romo et al. (2015), el ejercicio puede reducir en un 56% el riesgo de padecer patologías mentales. Esta relación positiva no solo abarca aspectos psicológicos, sino que también se extiende a mejoras significativas en la condición física y en otros indicadores de salud, como la reducción de la grasa corporal y la prevención del sobrepeso incluso años después (Ortega, Ruiz y Castillo, 2013).
Además, la actividad física regular se ha vinculado con la disminución del riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como osteoporosis, hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares, cardiopatía isquémica y demencia (Varo-Cenarruzabeitia et al., 2003). Estos beneficios de amplio espectro subrayan la importancia de incorporar el ejercicio en la vida cotidiana como parte de un estilo de vida saludable. Como defiende Wenzel (1983), «la actividad física es uno de los seis pilares del estilo de vida que proporciona mayores beneficios a la salud».
Patologías comunes y género
Entre las patologías mentales, tanto la ansiedad como la depresión son factores que contribuyen significativamente a una percepción negativa de la calidad de vida. Aunque los síntomas parecen afectar más a mujeres que a hombres, el género no resulta ser una variable determinante para la ansiedad, pero sí lo es para la depresión. Hasler et al. (2005) encontraron que en mujeres jóvenes, los síntomas depresivos antes de los 17 años estaban asociados con un aumento de peso en la década siguiente, lo que incrementa el riesgo de obesidad y se relaciona con niveles bajos de ejercicio y consumo de alcohol y tabaco.
Los estudios indican que la relación entre la actividad física y la salud mental se mantiene a lo largo de la vida. Cassidy et al. (2004) investigaron mujeres mayores de 70 años y concluyeron que la actividad física se asociaba con niveles más bajos de depresión, mientras que el consumo de tabaco o alcohol se correlacionaba directamente con niveles más altos de depresión. Esto sugiere que mantener un estilo de vida activo y saludable es crucial para la salud mental, independientemente de la edad.
Actividad física como solución
Algunos estudios, como el de Petruzzello et al. (1991) han encontrado efectos positivos en la práctica de actividad física para el bienestar psicológico, sobre todo en la ansiedad. North, McCullagh y Tran (1990) también demostraron que el ejercicio físico, tanto aeróbico como anaeróbico, proporciona efectos positivos sobre la depresión.
Sime (1984) enumeró varios beneficios del ejercicio físico sobre la depresión: el aumento del flujo sanguíneo y la oxigenación, que benefician al sistema nervioso central; la elevación de los niveles de norepinefrina, un neurotransmisor cuya deficiencia está asociada con la depresión; y la mejora de la imagen corporal y el autoconcepto, que refuerzan el autocontrol y la autoconfianza.
En conclusión, la práctica regular de actividades físicas y el entrenamiento están directamente relacionados con niveles más bajos de ansiedad y depresión, reafirmando la importancia de mantener hábitos saludables. Incorporar el ejercicio en la rutina diaria no solo mejora la salud física, sino que también es una herramienta esencial para el bienestar psicológico, proporcionando una forma natural y efectiva de gestionar el estrés y mejorar la calidad de vida general.
Bibliografía
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